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CACHILO el poeta de los muros

  • Writer: duodiseño duodiseño
    duodiseño duodiseño
  • Aug 27, 2016
  • 2 min read

Por cerca de doce años Cachilo habitó las calles de Rosario (Argentina), dedicado enteramente a inscribir el arte de su singular poesía en las paredes de la ciudad.

SI LOS CROTOS TUVIERAMOS SINDICATO NO TRABAJARÍAMOS NUNCA

A Higinio Alberto Maltaneres la marginalidad le llegó por "mano propia". Hastiado de la rutina, desengañado por situaciones que nunca develó o enzarzado en ardua pelea con las sombras de la sinrazón, lo cierto es que dejando atrás su pasado de pacífico ciudadano, su ámbito familiar, su trabajo en el Correo y la condición de pequeño comerciante que ostentara alguna vez, se instaló en las calles, recovas y umbrales de la ciudad para convertirse en Cachilo y definirse para siempre como un croto. Su historia no sería muy distinta a la de cientos de parias sociales que -cada vez más- deambulan por la ciudad si Cachilo no hubiese elegido sus paredes, sus muros, sus columnas, sus veredas, como un enorme lienzo en blanco en donde dejar grabados sus versos, sus graffitis que terminaron constituyendo un vasto corpus diseminados en distintos y muchos impensados ámbitos de la geografía de Rosario. Su aspecto, sus bolsas y latas, su renuencia a la higiene, su agrio malhumor, su negativa a dialogar salvo con contadísimos interlocutores, le ganaron la inquietud y a veces la furia de los vecinos de los lugares donde asentaba su hábitat, pero sus versos y dibujos, inscriptos con ceritas, le fueron ganando el interés de escritores, pintores, semiólogos y críticos que hallaron para ellos explicaciones, resonancias, valores filosóficos y poéticos, honduras que escapan a los hombres y mujeres comunes. Cachilo pasó a ser entonces un paradigma, un icono, un creador tan incomprendido como sorprendente: se escribieron artículos y libros sobre él, se filmaron películas, se imprimieron sus textos, se lo declaró ciudadano ilustre (post mortem, claro está) y se lo instaló en el módico Olimpo Rosarino. A quien había renunciado al mundo por elegir la libertad mas absoluta, todo aquello le habría parecido seguramente tan absurdo como efímero.

Cachilo había nacido el 30 de abril de 1927 y murió el 4 de octubre de 1991, en la vereda de un edificio público, el Instituto de Previsión Social-. Linyera ciudadano, poeta de los muros, precursor local del graffiti, numerosos exponentes de la cultura rosarina lo han seguido, lo han recopilado, lo han homenajeado, lo han querido y siguen queriéndolo.


 
 
 

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