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Edward Hopper y sus retratos de la soledad en la vida estadounidense contemporánea.

Uno de los iconos del arte norteamericano del siglo XX, el pintor estadounidense Edward Hopper, nacido en Nyak (una pequeña ciudad a orillas del río Hudson) el 22 de julio de 1882 y fallecido en Nueva York el 15 de mayo de 1967. Un artista célebre, sobre todo, por algunos de sus retratos reflejando la soledad en la vida estadounidense contemporánea. Entre los 20 y los 30 años de edad (primera década del siglo XX) visitará distintos países de Europa (París, Berlín, Londres, Bruselas, España...). Mientras en el viejo continente europeo se están consolidando estilos pictóricos como el cubismo, elm fauvismo o el arte abstracto, Edward Hopper se sentirá más atraído por las grandes obras del impresionismo y postimpresionismo: Pisarro, Monet, Manet, Courbet, Sisley, Toulouse-Lautrec, Daumier, Degas... artistas con los que comparte el profundo interés por el tratamiento y contrastes de las luces y las sombras. También Goya forma parte de su devocionario. Tras sus viajes, se establecerá definitivamente en los Estados Unidos. Dos exposiciones, una de acuarelas en 1923 y otra de lienzos en 1924, le convierten en uno de los autores de referencia en el realismo "consagrado" a las "escenas estadounidenses". Con el tiempo su evocadora obra pictórica fue derivando hacia un realismo más fuerte y concreto, uniéndose tanto una visión poética de los objetos, figuras y espacios, como una síntesis de su visión figurativa. Mediante encuadres de situaciones y lugares urbanos o rurales, envueltas en un halo de poético silencio eterno y metafísico, las obras de Edward Hopper proyectan un cierto distanciamiento emotivo, una extraña sensación de intimidad sorprendida y congelada, a través de una técnica en la que destaca el esmero en la composición geométrica, una gran síntesis en los detalles y el peculiar juego de luces y sombras, contrastando líneas cortantes e intencionadamente forzadas, sin perder el sentido realista. Buscando siempre la singularidad de lo mundano, el estilo de Edward Hopper no se vio afectado por los movimientos artísticos contemporáneos de Europa ni por la abstracción norteamericana. Sus figuras son anónimas e introvertidas, como si el pintor quisiera subrayar lo que les separa, en lugar de lo que las ha unido. La obra de Edward Hopper, uno de los artistas más populares de América del Norte, revela dos aspectos aparentemente contradictorios: la soledad, fealdad, banalidad del mundo contemporáneo, a la par que la inesperada belleza y poesía del mundo cotidiano.


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